viernes, 12 de noviembre de 2010

CORTEROS VS MEDIO AMBIENTE.


En términos sociales se puede pensar que a los corteros les conviene recolectar la caña sin quemar, pues aumenta su demanda. Y para el propietario de la tierra también es conveniente, pues sus suelos serán más saludables y seguramente requerirán menos abonos y fertilizantes. Sin contar que, a largo plazo, la vida del suelo y por ende la del cultivo, se prolongará.

Así pues que instituciones como la CARDER y CORPOCALDAS, autoridades ambientales del Risaralda y Caldas respectivamente, han prohibido al Ingenio Risaralda la práctica de la quema. Si el Ingenio llegara a quemar un lote de caña de manera deliberada, las multas serían millonarias. Otro cantar suena si la caña se quema de manera accidental, porque ¿a quién culpar de un accidente? Lo curioso es que últimamente se presentan con frecuencias accidentes, y los cultivos se queman. Ante esta eventualidad el productor pone un denuncio ante la inspección de policía y antes de que su caña se vinagre en el cultivo corre al Ingenio a ofrecerla para que la recojan en el menor tiempo posible. Si el denuncio explicita que la quema fue provocada, es necesario abrir una investigación, y dejar intacta la escena del crimen, con lo cual el productor perderá la cosecha pues no podrá recolectar la caña.
Hace años, quién sabe por qué razones, se descubrió que cuando la caña madura y se quema el cañaduzal, los niveles de azúcar suben. Además, la quema de las hojas secas que van acumulándose durante todo el ciclo del cultivo, facilita la labor de los corteros al momento de deshojar los tallos y cortarlos para la recolección. Sin embargo, la quema de los cultivos produce un sensible impacto ambiental, tanto para la calidad del aire que se ve contaminado por el humo, como de las aguas a las que caen las cenizas. Y por si fuera poco, las quemas matan los microorganismos presentes en el suelo de los cultivos, deteriorando su calidad. Dicen que una vez quemados los suelos, su recuperación puede tardar hasta mil años. Nunca he comprobado si el dato es científico o no, pero lo cierto es que la calidad del suelo sufre y que su recuperación si tarda muchos años.
Por esta razón, las autoridades ambientales prohibieron la quema de los cultivos a los ingenios azucareros en Colombia, y fue necesario desarrollar variedades de caña que no requieren de la quema, y a las que se les aplica un madurante para que al momento de la recolección tengan los más altos niveles de azúcares. Estas variedades tienen en términos económicos –para los ingenios- la desventaja de requerir mayor cantidad de mano de obra para el corte. Esta semana me comentaba un cortero que un lote sin quemar requiere aproximadamente ocho veces más corteros que un lote quemado. En términos sociales me inclino a pensar que a los corteros les conviene recolectar la caña sin quemar, pues aumenta su demanda. Y para el propietario de la tierra también es conveniente, pues sus suelos serán más saludables y seguramente requerirán menos abonos y fertilizantes. Sin contar que, a largo plazo, la vida del suelo y por ende la del cultivo, se prolongará.
Así pues que instituciones como la CARDER y CORPOCALDAS, autoridades ambientales del Risaralda y Caldas respectivamente, han prohibido al Ingenio Risaralda la práctica de la quema. Si el Ingenio llegara a quemar un lote de caña de manera deliberada, las multas serían millonarias. Otro cantar suena si la caña se quema de manera accidental, porque ¿a quién culpar de un accidente? Lo curioso es que últimamente se presentan con frecuencias accidentes, y los cultivos se queman. Ante esta eventualidad el productor pone un denuncio ante la inspección de policía y antes de que su caña se vinagre en el cultivo corre al Ingenio a ofrecerla para que la recojan en el menor tiempo posible. Si el denuncio explicita que la quema fue provocada, es necesario abrir una investigación, y dejar intacta la escena del crimen, con lo cual el productor perderá la cosecha pues no podrá recolectar la caña.

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